13 febrero 2014

LA ANTESALA DE LA PERRERA

Hola soy "Perdi", un Braco Alemán de cinco años de edad. Vivo en una parcela con amplias vistas a la sierra de Madrid.

Aún no he logrado quitarme este terrible collar que, anclado a esta cadena, daña mis cervicales. Suerte que ya le voy cogiendo el punto.

Mi vida no fue siempre así. Llegué aquí con tres meses. Mi familia Isidro y María me adoraban, salíamos a pasear tres o cuatro veces al día, tenía las orejas largas, con ellas me tropezaba y todo el mundo se acercaba a acariciarme para decirme cosas.

Se les veía felices y jugaban conmigo a la pelota. Me querían mucho y podía entrar en el salón. Esto incluía siestas en mi rincón favorito, huesos y alguna sobra, qué tiempos aquellos!

Probé alguna pata de silla, tengo que reconocerlo, porque me dolían los dientes y hasta el mando del televisor (lo que cabreó profundamente a mi dueño). Es verdad que no sabían a nada, pero un día creyendo que mis padres no volverían me comi el sofá...

Las cosas andaban algo tensas conmigo. Yo lo notaba, escuché alguna conversación en la que decían:
"Es muy bruto,lo rompe todo y salgo esquiando cuando le pongo la correa". Era cuando veía a "Molly", una encantadora vecina. Algunos días su perfume era irresistible.

Así que poco a poco mi única zona de acceso se acotó al jardín. "Arreglé" el riego automático, escarbé algunos hoyos para airear la tierra y retiré con mi propia boca algunas plantas horribles, pero, al parecer, a mi familia les disgustó mi labor de jardinero.

Noté algunos cambios extraños, María se tragó una enorme "pelota". La cual se hinchaba cada vez más y un día desapareció.

 Empezaron a traer extraños juguetes, ropa, zarandeaban y le cantaban a una caja con patas de lado a lado, les obsevaba por los cristales extrañado. Algo les entretenía mucho, pero yo no entendía nada. Dejamos de salir de caza con otros perros, con lo divertido que era!

Empecé a estar cansado de esta estúpida cadena, la tolba y después llego mi caseta... muy confortable y amplia, pero le faltaba la compañía de mis dueños humanos. Yo intenté dialogar  pero mis esfuerzos fueron inútiles. 

Los días se complicaron en el exterior, ruidos de sirenas, bicis e intrusos apatrullaban mi zona y esos malditos chiquillos que me tiraban piedras
Para colmo, pusieron un cartel en la puerta perro peligroso. La explicación al que venía fue: es "dominante", mejor no te acerques.

Pero un día me despertó el olor de un pájaro parecido a esas perdices que solía  cazar con Isidro en nuestros mejores tiempos. Me agazapé acercándome sigilosamente y corrí para alcanzarla. Pegué un gran salto pero ella voló, frené en varios metros y me di cuenta que un ruido metálico me acompañaba. La cadena se había roto y no daba crédito, en ese momento era libre! 

Miré a los lados como la misma paloma que no conseguí alcanzar, me acerqué a la puerta pero solo oí a una criatura llorando endemoniadamente. Ladré un poco, pero nadie me hizo caso. Así que me dirigí al punto débil de la valla, un agujero que conocía por milímetros, no fué difícil salir.

Disfruté como nunca recorriendo los parques,descifrando muchos mensajes olorosos atrasados a mi paso. Recorrí la urbanización para poner al día viejas amistades. Después fui a ver a "Moly" pero no estaba en el jardín. Ella era una perra casera, nos hubieramos escapado juntos pero en su familia eran coherentes.

Después de varios días esquibando trenes, coches y comiendo restos.Unos hombres uniformados como el butanero me recogieron en la mediana de una autopista, estuve apunto de provocar una accidente. Al querer cogerme les hice frente, fueron muy bruscos y a mí me asustan los cambios.

Hola soy "Perdi" un Braco Alemán de cinco años de edad, vivo en una perrera con amplias vistas a la sierra de Madrid.