Considerado la raza nacional en Suiza el San Bernardo es un perro simpático de dimensiones gigantescas y con una historia de leyenda. Conocido por Beethoven una exitosa película estadounidense rodada en 1992 que dio popularidad a la raza. En la que un cachorro de esta raza desquiciaba a un padre de familia, pasan mil aventuras hasta que deciden que es uno más en casa.
Este grandullón es de carácter tranquilo, no carece de vivacidad, pese a su imponente estatura y peso.
Desde mediados del siglo XVII , los monjes comenzaron a utilizar grandes perros de montaña como perros guardianes y de protección.También eran utilizados para acompañar a los viajeros y como perros de rescate en labores de búsqueda en la montaña con nieve o niebla.
La primera imagen icónica que te vendrá a la cabeza, al nombrar esta raza, es el singular barril que levaban al cuello, si quieres saber que contenía, debía de ser una bebida que ayudara a las víctimas a entrar en calor rápidamente, seguramente era aguardiente o Brandy pero este último lo descartamos por que dilata los vasos, haciendo que la temperatura caiga en lugar de aumentar que no sería lo más lógico en un rescate invernal. Sin embargo este complemento nunca formó parte del equipamiento oficial del perro en sus populares misiones de rescate.
El origen del mito proviene de una pintura de 1820 del artista inglés Edwin Landseer, el cuadro muestra a un San Bernardo llevando al cuello un pequeño barril, mientras trabaja para rescatar a un hombre atrapado en la nieve. Después de semejante inspiración la leyenda cuajó y se extendiendo por todo el mundo.
La leyenda cuenta que Barry (1800-1814) que trabajó como perro de rescate montañés en Suiza para el Gran Hospicio de San Bernardo famoso por haber rescatado a más de 40 personas en sus 14 años de vida, Barry antedata al San Bernardo moderno, y era más pequeño con un peso entre los 40-45 kg mientras que los San Bernardos actuales rondan los 60-65 kg.
El rescate más famoso de Barry fue el de un muchacho. Encontró al niño durmiendo en una caverna de hielo. Después de calentar el cuerpo lo suficiente a lametazos, lo cargó en su lomo y llevó al niño de vuelta al Hospicio. El chico fue entregado a su padre ya que su madre quedó atrapada en la avalancha que los sorprendió.
La historia cuenta que murió mientras intentaba realizar un rescate; no obstante, esto no es cierto. Barry se retiró en Berna, Suiza, y después de su muerte su cuerpo fue entregado para ser cuidado por el Museo de Historia Natural de Berna. En el hospital un perro siempre ha sido llamado Barry en su honor y desde 2004 la Fundación Barry du Grand Saint Bernard ha sido establecida para hacerse cargo de la responsabilidad de la cría de perros del hospicio.
Este grandullón es de carácter tranquilo, no carece de vivacidad, pese a su imponente estatura y peso.
Desde mediados del siglo XVII , los monjes comenzaron a utilizar grandes perros de montaña como perros guardianes y de protección.También eran utilizados para acompañar a los viajeros y como perros de rescate en labores de búsqueda en la montaña con nieve o niebla.
La primera imagen icónica que te vendrá a la cabeza, al nombrar esta raza, es el singular barril que levaban al cuello, si quieres saber que contenía, debía de ser una bebida que ayudara a las víctimas a entrar en calor rápidamente, seguramente era aguardiente o Brandy pero este último lo descartamos por que dilata los vasos, haciendo que la temperatura caiga en lugar de aumentar que no sería lo más lógico en un rescate invernal. Sin embargo este complemento nunca formó parte del equipamiento oficial del perro en sus populares misiones de rescate.
La leyenda cuenta que Barry (1800-1814) que trabajó como perro de rescate montañés en Suiza para el Gran Hospicio de San Bernardo famoso por haber rescatado a más de 40 personas en sus 14 años de vida, Barry antedata al San Bernardo moderno, y era más pequeño con un peso entre los 40-45 kg mientras que los San Bernardos actuales rondan los 60-65 kg.
El rescate más famoso de Barry fue el de un muchacho. Encontró al niño durmiendo en una caverna de hielo. Después de calentar el cuerpo lo suficiente a lametazos, lo cargó en su lomo y llevó al niño de vuelta al Hospicio. El chico fue entregado a su padre ya que su madre quedó atrapada en la avalancha que los sorprendió.
La historia cuenta que murió mientras intentaba realizar un rescate; no obstante, esto no es cierto. Barry se retiró en Berna, Suiza, y después de su muerte su cuerpo fue entregado para ser cuidado por el Museo de Historia Natural de Berna. En el hospital un perro siempre ha sido llamado Barry en su honor y desde 2004 la Fundación Barry du Grand Saint Bernard ha sido establecida para hacerse cargo de la responsabilidad de la cría de perros del hospicio.
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